“Te pueden llevar preso bajo cualquier circunstancia en El Salvador”: Luis Gerardo Monterrosa

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Por Andrés Felipe Escovar

Luis Gerardo Monterrosa es un reconocido historiador salvadoreño radicado en Chiapas e investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Entre sus trabajos académicos destaca el libro “La sombra del martinato. Autoritarismo y lucha opositora en El Salvador 1931-1945”, que fue publicado por el
Centro de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Chiapas y la Frontera Sur, de la UNAM, en 2019.
En ese libro analizó el periodo presidencial de Maximiliano Hernández Martínez en El Salvador, que gobernó entre 1931 y 1944, en un periodo conocido como el “martinato”.
Cómo académico, Monterrosa, que se formó en la escuela de la UNAM, analizó la configuración, el continuismo y herencia política del martinato que parece retornar a la vida política salvadoreño como un espectro que nunca se marchó, cuando este país centroamericano asiste a la consolidación del bukelismo, que proyecta la perpetuación en el poder como mecanismo de sobrevivencia política.

Claroscuros: ¿Hay un clima de miedo? ¿A que se debe? ¿Qué medidas represivas aplica el gobierno?

Luis Gerardo Monterrosa: Desde hace ya 3 años el país a estado bajo un régimen de excepción, lo que permitió, en un inicio, atacar frontalmente a las pandillas. Poco a poco las cárceles se fueron llenando también de gente inocente, que era acusada por los vecinos, y también de opositores al gobierno de Bukele. Es decir, no mostró su rostro autoritario desde 2020/21 que comenzó todo esto, sino que se ha ido incrementando. Ahora las pandillas están controladas, también ha trascendido que hubo un acuerdo para sacar a los lideres y meter presos a todos los mareros de menor rango dentro de la organización delictiva. La gente tiene miedo, eso lo comencé a percibir el año pasado que fui a El Salvador, porque te pueden llevar preso bajo cualquier acusación por más tonta que sea, y existe la posibilidad de que tu juicio sea totalmente amañado. Eso es lo que hizo Bukele junto a su clan empresarial que están en el poder, fueron cooptando poco a poco al poder judicial. Él puso al fiscal, él puso a los jueces, las reglas del juego las define él.

Para responder a tu pregunta: el estado de excepción y la total subordinación del sistema judicial al ejecutivo, a los designios presidenciales, provocan que la gente tenga temor. Si bien es cierto que hay medios de comunicación alternativos, el gobierno sigue gozando de mucha popularidad y la gente apoyas las medidas punitivas que se toman de forma arbitraria.


Desde hace ya 3 años el país a estado bajo un régimen de excepción, lo que permitió, en un inicio, atacar frontalmente a las pandillas. Poco a poco las cárceles se fueron llenando también de gente inocente, que era acusada por los vecinos, y también de opositores al gobierno de Bukele


Claroscuros: Sobre el apoyo popular a esas medidas, ¿piensas que hay una tradición de simpatía por ese punitivismo en la opinión publica en El Salvador?

LGM: En las encuestas la gente opina que está de acuerdo con la democracia, que es un valor. Sin embargo, El Salvador está clasificado como un autoritarismo electoral. Hay una contradicción entre la gente satisfecha con la democracia y una autocracia electoral, ese es el termino que se usa en los institutos internacionales que miden la “salud” de la democracia.

Podemos mirar al siglo XIX, con esa adoración por los caudillos, por los hombres fuertes, esas figuras militares que atraen tanto a la población. Porque significan orden, porque significan o han significado paz, estabilidad, tranquilidad, para una población que vive la desigualdad muy marcada por la pobreza y la marginalidad. Yo creo que para entender el fenómeno y la adoración contemporánea actual por la figura de Bukele, debemos remontarnos a los Acuerdos de Paz. Los Acuerdos de Paz firmados el 16 de enero de 1992 fueron una esperanza para la población. Según las encuestas de opinión pública, la principal preocupación no era la guerra, era la situación económica. Eso era lo que más le preocupaba en 1991/92 a la población. Entonces, en medio de ese escenario de crisis económica debido a la implementación años antes de las políticas neoliberales, de la privatización de la telefonía y otros servicios, de repente viene la paz, se firma la paz, y se establecen los dos partidos de posguerra, el FMLN y Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) prometiendo a la gente el cielo y la tierra, que esto iba a cambiar. Y al contrario, hubo unos años de la posguerra, 1994/95, en el que los niveles de delincuencia no estuvieron tan altos, pero la condición económica empeoró.

A partir de 1997, esa mala condición económica de la mayor parte de la población fue acompañada por el surgimiento de las pandillas, que comenzó a nivel de los institutos públicos de educación media, el INFRAMEN, el INTI y otros que se enfrentaban entre ellos. Por eso no es azaroso que el gobierno de Bukele ahora intervenga a estos institutos y encuentre ahí intentos de que las pandillas se quieran organizar nuevamente. A partir de 1998 la situación económica empeora, la inseguridad también. Y bueno, ¿qué te cuento de la década del 2000 y del 2010? De 2010 en adelante todo empeoró. Ya la situación económica no era la principal preocupación, sino la violencia. Pero es que los salarios de hambre, el elevado costo de la vida en El Salvador continuaron y marcharon a la par de la preocupación por la seguridad.

Yo creo que esto explica por qué Bukele encarna esa figura providencial. Acabó con la politiquería, acabó con la insatisfacción de la gente de solo recibir promesas por parte de ARENA, del FMLN y no ver cambios, ni en la situación económica, ni en la inseguridad. Y de repente llega este y muestra efectividad y además tiene un discurso anti Acuerdos de Paz, porque dice que fue una farsa. Claro, porque la población todo lo mide con base en los resultados, que fueron nefastos, ni mejoraron la situación económica del país -ni el FMLM que era el llamado a hacerlo- ni tampoco la seguridad porque sencillamente se dedicaron a pactar con las pandillas para tener votos en las elecciones y para seguir gozando de todas las prerrogativas que los diputados, ministros y funcionarios tenían.

Yo creo que en El Salvador, desde el siglo XIX, la población salvadoreña ha tenido simpatías por estos hombres fuertes y, ante una emergencia como la que se alcanzó a finales de la década pasada por la delincuencia, por la inseguridad y por la situación económica, Bukele lo encarna. Desde 1997, frente a la pregunta “¿qué prefiere, la democracia o un hombre fuerte que ponga orden?”, la gente se ha ido inclinando por las segunda opción.

Claroscuros: Es muy interesante eso de que lo que más le ha preocupado a las personas en este siglo, desde la década pasada, es el asunto de “la violencia” como una entidad etérea que va flotando por ahí. Te lo pregunto, y aquí viene una digresión con Colombia, porque aquí hablan de la violencia, pero nunca se le otorga a nadie en particular el poder de ejercerla, sino que es la violencia como una entidad maligna exterior. Es una forma de despolitizarla y de desproblematizarla ¿no? ¿Cómo es allá el asunto? ¿Es la violencia como una entidad que no tiene sujetos que la infligen o, si hay sujetos que la infligen, cómo se segmenta la violencia ejercida por determinados grupos?

LGM: Tienes toda la razón cuando se habla de “la violencia”. Identifiquémosla: la violencia de las pandillas a partir de finales de los ‘90, la violencia ejercida por los pandilleros. Imagínate, en junio de 2009 quemaron un microbús, una combi digamos, allá le llamamos Coster, con gente dentro. Eso para mí fue lo más espeluznante, lo que la gente recuerda también porque eran jóvenes, niños, incluso adolescentes muy jóvenes ejerciendo una violencia descomunal. Los sociólogos, psicólogos y algunos juristas lo explicaban desde la marginación, la pobreza, la falta de oportunidades, la migración de muchas personas hacia EEUU que dejó a menores de edad desvalidos con sus abuelas.

Recuerdo que platiqué con un amigo que perteneció a las pandillas durante un tiempo en Santa Ana -frontera con Guatemala- y me decía que las pandillas habían sido como su familia en aquellos años en que la mamá se marchó a EEUU. En fin, violencia ejercida por estos grupos. Pero la violencia de las pandillas golpeaba sobre todo a las familias de escasos recursos, las que vivían en las zonas populares, porque la gente que tiene más recursos en San Salvador, tiene carro, no anda en bus, y te digo que yo viví la inseguridad de viajar en el transporte público y te asaltaban a cada tramo, era espantoso. Mientras que estas familias con mayores recursos económicos tenían carro, se pagaban vigilancia en sus casas, todavía si vos vas a San Salvador es una ciudad amurallada y con casetas de vigilante.

Cuando vine a vivir a México en 2010 me sorprendió no ver gente armada, ni en las colonias, ni en los centros comerciales, ni los en los comercios de menor valía. La violencia de estos tipos que tenían una impunidad total, hay historias macabras, gente que se durmió en el bus, que se pasó a la otra colonia y la mataron solamente porque vivía en la otra colonia de la pandilla contraria. Pero no golpeaba igual. Esa es la cuestión Felipe, esa violencia ejercida por los pandilleros no golpeaba igual, golpeaba a la gente más jodida y esa gente es la que respalda a Bukele ahora, que es la mayoría.

Claroscuros: Claro, aquí en Colombia se convirtió ya en un lugar común. El problema de nosotros es la violencia, pero no se dice quiénes son los que la ejercen o quiénes son los afectados. O se le otorga la culpa a un sólo grupo y ahí se plantea la solución final del Uribato a comienzos de este siglo: “maten a todos esos”, suponiendo que la violencia venía sólo de un determinado lugar, sin atender a las causas por las cuales se generan esos hechos. En ese sentido, y porque dentro del discurso de Bukele se adjudica que los depositarios de esa violencia son solo las maras, ¿cómo se plantearía una reelección si supuestamente ya los ha exterminado? ¿Hay otros asuntos a los que Bukele apele como pretexto para perpetuarse?

LGM: En cuanto a la primera cuestión que señalas, claro, se acusa directamente a las pandillas. Sociólogos, psicólogos, juristas y la gente de izquierda, más conscientes, decían miren: no responsabilicen solamente a estos jóvenes, son las condiciones económicas, la precariedad laboral, la migración, lo que está impactando para que estos jóvenes se refugien en las pandillas. Al final lo que imperó fue la solución de exterminar a las pandillas. Pero aquí viene lo interesante: a pesar de que ya están presos, Bukele dice que la amenaza siempre está al acecho y alude a la posibilidad de que regresen esos tiempos, con tasas de crímenes altísimas y que él, estar en la presidencia, es la garantía de que eso no se repita.

Culpa a los opositores, de eso hay que hablar también, una oposición totalmente desprestigiada, golpeada, que no hizo bien las cosas. Yo creo que esto es como el comunismo en la década de los treinta, cuarenta en Centroamérica. El enemigo siempre está al acecho, entonces eso justifica que yo como hombre fuerte esté ahí para proteger a la población.


La violencia de estos tipos que tenían una impunidad total, hay historias macabras, gente que se durmió en el bus, que se pasó a la otra colonia y la mataron solamente porque vivía en la otra colonia de la pandilla contraria.


A nivel discursivo también lo ha acompañado con mejoras económicas. Han creado mercados que son subsidiados por el gobierno, que se han instalado en los barrios pobres y venden más barata la verdura, han prometido mejorar el transporte público, obras sobre todo destinadas a que el turismo llegue en mayor cantidad. Acaba de inaugurar un puente en Morazán, si no estoy mal, en San Miguel, que es el oriente del país, las carreteras, en fin. Le está invirtiendo mucho a eso y ahora dice que va a mejorar la economía del salvadoreño, de la familia salvadoreña y que también va a convertir El Salvador en un polo de atracción turística. Si vas a San Salvador es una ciudad de centros comerciales, un boom inmobiliario impresionante.

Lo que pasa es que el nuevo grupo empresarial en El Salvador ha creado una burbuja inmobiliaria y están vendiendo el país como una opción para los jubilados canadienses, gringos, europeos incluso, que hoy que el país es seguro, pueden comprar departamentos de 300 mil, 400 mil dólares o rentar un departamento en 3 mil dólares al mes. Tenés la playa cerca, tenés seguridad, buen clima, etc. Entonces a nivel discursivo está eso también. Y hay algo que impacta de Bukele en la población y es que te promete seguridad, te da seguridad porque la vivís, te promete obras, ahí están los puentes, las carreteras y los polos estos de turismo en las playas.

Ahora bien, que mejoren la situación económica de la familia salvadoreña es otra cosa, porque al final vos sabes que este modelo de desarrollo es para facilitar la acumulación de un grupo nada más y pagar sueldos de hambre que es lo más jodido en un país tan caro por las remesas. Porque tenemos 3 millones de salvadoreños fuera del país enviando remesas, llegan, tienen otro poder adquisitivo, compran casas, consumen en el país, pero claro, ellos ganan dólares en EEUU. ¿Qué hay de la gente que gana USD 350 al mes en el país? ¿Esas contradicciones o esa situación sostenida a lo largo de las décadas le puede pasar factura a Bukele? Llegará un momento cuando ya no sea popular y se va a sostener como Ortega a base de garrote, que ya lo está usando, pero yo no dudo de que lo use con mayor frecuencia en los años venideros.

Claroscuros: Hablabas de esta amenaza en términos históricos en El Salvador de un “otro”, que puede ser el comunismo, en este caso la violencia que encarnan los pandilleros y eso podría explicar esa propensión a apoyar estas figuras de autoridad. Lo que quieras agregar Gerardo, para cerrar, te agradezco muchísimo.

LGM: Yo creo que ante sociedades tan divididas, tan desiguales y con una gran cantidad de población marginada, evocar la figura del enemigo ha sido una buena herramienta. En los treinta el comunismo, incluso en los sesenta, ahora que estoy revisando la guerra que hubo entre Honduras y El Salvador en julio de 1969, entonces el enemigo eran los hondureños, los catrachos y claro, ahora son las pandillas. Es ese “otro”, ese mal que está amenazando siempre a la sociedad salvadoreña. Esos discursos que se gestan en torno al enemigo común, al acecho, les da fuerza a estas figuras del hombre fuerte. Entonces sí es como una propensión. De este desastre nos puede salvar únicamente un hombre fuerte. La democracia con el discurso de contrapesos del poder y todo eso no lo hará.


Ahora bien, que mejoren la situación económica de la familia salvadoreña es otra cosa, porque al final vos sabes que este modelo de desarrollo es para facilitar la acumulación de un grupo nada más


Y la población tiene esa contradicción que mencionaba: la gente está satisfecha con el desempeño de la democracia cuando el país es considerado por organismos que evalúan la cuestión como una autocracia electoral. Porque la gente asocia la democracia con resultados, con lo efectivo que puede ser un gobierno en el combate de un determinado problema y las pandillas eran un verdadero cáncer para la población, sobre todo de escasos recursos. No es casualidad que desde los años 90 que estábamos en plena posguerra en el país, la población estuviera exigiendo un “Maximiliano Hernández Martínez”, alguien que solucionara este problema y Nayib encarnó esa figura, suplió esa necesidad de la población salvadoreña. Esa propensión que tu mencionas, ha existido desde el siglo XIX.

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